“Tengo un cuaderno que tiene 38 años, donde guardo las cartas de los soldados”
 “Tengo un cuaderno que tiene 38 años, donde guardo las cartas de los soldados”
PERFILES
Lo contó con emoción y orgullo, Blanca Volpi de Padelli, quien fue colaboradora del Club de Leones, en la época de la Guerra de Malvinas, cuando acudían a la estación de Trenes del Roca para brindar asistencia a los jóvenes que se dirigían a las islas. Ella tuvo una misión muy especial, escribía cartas a las mamás de esos chicos, para contarles cómo estaban y tiene todo documentado hasta con las respuestas que recibió tras enviar esos escritos. 

En la Argentina, el 2 de abril de cada año se conmemora el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas. La elección de esta fecha se debe a que el 2 de abril de 1982 las Fuerzas Armadas argentinas desembarcaron en las islas Malvinas, en lucha por la recuperación del territorio, arrebatado por fuerzas británicas. 
Nuestra ciudad en tiempos del conflicto bélico, volvió a demostrar su solidaridad. Una de las acciones destacadas fue la del Club de Leones y del Club Leo, que atendían a las tropas que pasaban para el sur. En el lapso que los trenes permanecían en la Estación del Ferrocarril General Roca, servían a los soldados, chocolate caliente, se les distribuía masitas, y se les entregaba abrigo, también.
Este año fue especial ya que debido a la pandemia del Coronavirus y el estado de emergencia sanitaria del país, no se pudo llevar a cabo el tradicional acto conmemorativo en nuestra ciudad. De todos modos, es una fecha muy significativa y en Perfiles de este domingo, entrevistamos a Blanca Volpi de Padelli, quien fue una de las colaboradores del Club de Leones, que tuvo una misión muy especial. Ella se acercaba por la noche y de madrugada a la estación de trenes para charlar con los soldados, y les escribía cartas a sus mamás, para que ellas supieran dónde estaban ellos. Escribió un total de 60 cartas y también recibió emotivas respuestas. Todo eso lo tiene documentado en un cuaderno que guarda con mucho orgullo y emoción, donde cada vez que puede vuelve a releer cada uno de esos escritos. 

¿Qué significa para usted lo ocurrido en la Guerra de Malvinas?

-Para mí fue algo muy especial, lo tengo muy grabado a fuego, porque lo viví muy de cerca. Tengo un cuaderno que tiene 38 años, donde guardo las cartas de los soldados. 

¿Cómo llegaste a tener esas cartas de soldados que iban a combatir?

-Fue todo por iniciativa del Club de Leones de Coronel Pringles y el Club Leo. Como pasaban trenes por la ciudad, con muchos soldados, un día el Vasco Iriarte me llamó y me preguntó si no me interesaba colaborar. Le hablé a dos amigas, Pocha Pennini y Monona Izarra de Aduriz, les comenté y nos sumamos a María Elena Suárez y Lala Montesano, que pertenecían al Club de Leones, con quienes íbamos a la estación por la noche. El pueblo se volcaba totalmente en el día para ayudar porque Pringles es muy solidario. Iban a llevarles cosas a los soldados, abrigos, por ejemplo, a eso se sumaba  el chocolate que elaborabamos con el Club de Leones. 

¿Cuándo empezaste a ir a la estación de trenes?

-El 5 de mayo de 1982 a las 14 hs, fue el primer tren al que fui. Me llevaba un cuaderno y una lapicera, y preguntaba a los soldados si querían que les escribiera una carta a sus mamás para que supieran de su paso por Pringles. Todos estuvieron encantados de la idea, podía tomar 7 u 8 pedidos por tren, luego venía a casa, escribía las cartas y las despachaba. La mayoría me pedía que les escribiera a sus mamás. 


¿Cada cuánto pasaban los trenes?

-Pasaban cuatro o cinco trenes por día. En mi caso, me anoté con cinco mujeres, para ir a la noche o de madrugada, pasaban a las 3.40 hs, a las 6.40 hs, entonces el Vasco Iriarte cuando el tren venía por Reserva, nos llamaba para que fuésemos a la estación a elaborar chocolate que se hacía en ollas inmensas que eran del Padre Vicente Melchor. Cuando llegaba el tren, los soldados bajaban con sus jarritos y les servíamos chocolate. A la madrugada no había gente, porque nadie se enteraba del paso de esos trenes. Las panaderías nos donaban tortas y facturas, también, el Municipio también colaboraba, en ese tiempo el Intendente era Joaquín Ricardo de Aduriz. 
Para nosotras hacer eso, era aportar  un granito de arena. Yo vivía mucho tiempo en la estación y venía de ese lugar directo a escribir las cartas. En el cuaderno que tengo guardo esas cartas y la contestación que recibía por parte de las mamás. Todas respondían muy agradecidas porque no sabían nada del hijo, y que les escribiese yo, para ellas era algo muy especial. Escribí un total de 60 cartas. 

¿De qué lugares eran los soldados que pasaban por Pringles?

-Algunos soldados eran de Olavarría, Entre Ríos, Corrientes, Buenos Aires, Santa Fe, etc. 

También los soldados pasaban por la ciudad de regreso del sur ¿Cómo eran esos encuentros?

-La primera vuelta fue a las 5.30 hs, del lunes 21 de junio (1982), era el regreso de los soldados y no iba nadie. Nosotros, les acercábamos chocolate, masitas, a La Tacuarita, fue cuando pasaron 316 soldados, quienes venían en camiones. Después, ese mismo días, a la 1 de la madrugada, pasaron 200 soldados, con destino a Córdoba, ahí les dábamos chocolate y ellos venían muy tristes porque muchos de los chicos que fallecieron provenían del norte de nuestro país. En esos trenes de regreso, los compañeros venían con una tristeza inmensa. Un viernes 25 de junio a las 5 de la mañana, pasaron 150 soldados del Regimiento de Patricios. Yo tengo todo registrado. 
Los soldados siempre me dejaban sus direcciones para que les escribiera, este cuaderno tiene un valor que ni se imaginan. 


¿Hiciste amistades con los soldados?

-Sí, hice amigos. Uno de los soldados me prometió que iba a regresar a Pringles acompañado de sus padres y lo hizo, después lo fui a visitar a Santa Fe, junto a mi marido, justo íbamos a las Cataratas, y pasamos. Hicimos una gran amistad. Después, pasaron dos años y se enfermó mi marido, entonces dejé de comunicarme y ahora, quiero empezar a contactarme con ellos. Si bien pasó mucho tiempo, lo quiero intentar. Por ahí con ayuda de la tecnología, aunque tengo computadora y no la sé manejar, quiero que alguien me enseñe y poder ver qué hacen esos soldados en este momento, a pesar que pasaron 38 años. Más que nada con uno de los chicos que me escribió una carta hermosa donde agradecía a toda la población de Pringles por su solidaridad. Otro soldado me dijo que lo que encontraron acá en la ciudad, no lo habían visto nunca, la gente les daba cariño, el pueblo fue muy solidario. 

¿Alguna anécdota particular?

-Uno de los soldados me pidió que le escribiera a la novia porque lo había dejado. Le escribí a la chica, pero no me contestó nunca. Él me pidió que le escriba y le pidiera que lo pensara, porque él la seguía queriendo. 

¿Qué es lo que más recuerda de esos días especiales cuando pasaban los trenes con soldados?

-En esos días si bien sentía que esos soldados iban a defender nuestra patria,  me parecía que iba a ser una lucha muy difícil. Ellos se veían tan contentos cuando iban, pero yo pensaba que iban a dejar su vida como lo que le pasó al pringlense Aroldo Romano, que fue al secundario con uno de mis hijos, Alfredo. Esa vida que se perdió fue terrible, conocía mucho a sus padres. La última vez que lo había visto era para una misa por Pascuas. Además, pertenecí a la Ligas de Madres de Familia, que todos los años le rendía homenaje a Aroldo, y veía a su madre con tanto dolor, y ahora la entiendo más porque me pasó lo mismo con un hijo, aunque no fue en las mismas circunstancias. En el caso de ella no lo pudo ver nunca más, ni despedirlo, que es horrible, perder un hijo es lo peor que te puede pasar en la vida. 
El otro día me puse a leer algunas cartas. Yo que en este momento sé lo que es perder un hijo, las mamás en ese momento no sabían a dónde se iban ellos, entonces recibir una carta de Pringles, era especial, hasta les explicaba en qué lugar estaba el pueblo. Había abandonado mi casa con todo eso. Salía para la estación de trenes a las once de la noche, a veces a las 5 de la mañana. Fue una experiencia muy linda, que la recuerdo siempre. Ahora, tengo 80 años y sigo recordando. 

¿Las visitas a la estación se realizaron hasta que dejaron de pasar los trenes?

-Sí, fue durante muchos meses. Cuando se perdió la guerra y empezaron a regresar los soldados, a veces lo hacían desde La Tacuarita (en camiones), pero ahí era más difícil llegar, igual luego empezaron a retornar desde la estación de trenes, pero no fueron demasiados. Los soldados volvían muy tristes, no tenían ganas de hablar, porque hubo muchas bajas en esos trenes. 

¿Cada año, el 2 de abril, es una fecha distinta para usted?

-Para mí es un día distinto, recuerdo mucho todo lo que pasó, me quedó todo grabado. Esta cuarentena por ahí nos va a servir para re pensar muchas cosas. 


Publicado por EL DIARIO. Más información sobre el autor y los contenidos en este link


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