Cuando comenzó la Pandemia de COVID 19, me acordé de un tratamiento que se utilizó en la Fiebre Hemorrágica Argentina, que era el plasma de convalescientes, algunos se pueden acordar de un aviso televisivo que decía. "Si usted tuvo la enfermedad, tiene el remedio". Al principio le adjudiqué todo el mérito al Dr. Maiztegui, pero como siempre hay muchos más.
En la zona maicera del país una enfermedad afectaba a los trabajadores rurales, la población de riesgo era de 5 millones de personas y se enfermaban más de 1000 personas anualmente y la mortalidad era del 30 % al 50%.
Aquí comienza la historia de los muchas veces menospreciados médicos rurales, el Dr. Rodolfo Arribalzaga la describe la enfermedad en 1950 y 8 años después el Dr. Armando Parodi, microbiólogo de la UBA descubre el virus al que denomina Junín y comienza la investigación sobre una vacuna frustrada en 1966 por el golpe militar que suspende la mayoría de la investigación científica nacional.
Las primeras aplicaciones de plasma de convalescientes datan de esa época, con poco rigor científico, pero buenos resultados.
El médico más conocido fue el Dr. Julio Maiztegui, hijo de un médico rural de la localidad de Orense, se especializa en enfermedades infecciosas en EU y comienza a trabajar en 1963 en el CEMIC de Buenos Aires y posteriormente en Pergamino y comienza a utilizar plasma de convalescientes con técnica de inmunofluorescencia y dosaje de anticuerpos, lo que lo hace más científico. Reduce la mortalidad del 30 % al 1 %. Pero piensa que la elaboración de una vacuna sería más efectiva a largo plazo para controlar la enfermedad.
Al no poder realizar la investigación y la elaboración en nuestro país, envía a un colega el Dr. Julio Guido Barrera, y aquí comienza un episodio épico en este relato, como había un grupo de médicos que no estaba convencido de que la causa de la FHA era el virus Junín, tiene la idea de inyectárselo el mismo documentando el proceso de la enfermedad que reproduce en su organismo, participa de la creación de la vacuna a la que llama Candid 1 que comienza a fabricarse en EU en 1985, y a aplicarse aquí.
En 2003 se comienza a fabricar en Pergamino, en el Instituto Nacional de Estudios sobre Virosis Hemorrágicas, con controles de calidad de la FDA y del ANMAT, organismos fiscalizadores de EU y Argentina.
La cantidad de afectados pasó de 1000 a 20 anualmente en personas no vacunadas.
Es una oportunidad para recordar hechos científicos de importancia y la posibilidad de usar estos métodos en otras enfermedades.