Jimena Urban es una pringlense que tiene un negocio y en el trajín diario laboral, contrajo Coronavirus. Ella fue la primera en presentar síntomas en la familia, por lo que fue hisopada, y luego, sus convivientes, Maurice Pinedo y sus hijos, también se contagiaron.
Tras obtener el alta médica, la comerciante contó su experiencia a "El Diario". "El 26 de agosto ya no abrí el negocio. El día anterior atendí normalmente, el horario de cierre era a las 19 hs, me senté a tomar mates, empecé con escalofríos y dolor de cuerpo. Esa noche no cené, me fui a dormir porque estaba con malestar. Al otro día me levanté con mucho dolor de cabeza, que no es habitual en mí y decaimiento".
Y siguió describiendo, "cuando llamé a Telemedicina, ya había notado que tenía fiebre. Lo mío fue muy rápido, me dieron turno para hisoparme a las 16 hs. Estuve tres días en cama con fiebre, de 38° o 38.8°. Los síntomas me aparecieron casi todos juntos a mí. Me dolía absolutamente todo. Mucho dolor de espalda, dolor de garganta. Después, tuve diarrea, y recién perdí el olfato y gusto en el día 5° o 6°".
Jimena destacó que tuvo una carga viral alta y "al estar conviviendo con mi pareja y mis hijos, que compartís ambientes, se contagiaron todos. Tuvieron fiebre, mucho dolor de cuerpo y de cabeza. Me hisoparon solamente a mí y se trató a todo el grupo familiar como positivo".
Para ella contrajo el virus en el trabajo. "Me levanto y abro el negocio, cierro y estoy en casa. Mi único contacto estrecho es mi familia. A mis papás hace un mes que no los veo, es más con ellos y con mi hermano no comemos juntos desde que se inició la pandemia. Sabía que estaba expuesta porque en la atención al público, hay mucho movimiento y más allá que tomés todos los recaudos, me he contagiado de algún cliente asintomático", sostuvo y destacó, "dejar de trabajar por las dudas era imposible porque es el sustento que tenemos en la familia. Usé tapabocas, alcohol en gel en la entrada para los clientes, medidas de contención, trapos con lavandina, pero estar horas y horas con gente, todos los días, me llevó a contagiarme".
La comerciante agradeció la atención brindada desde el nosocomio. "El seguimiento fue excelente, los médicos que te llaman a diario, Gabriela Fernández fue la Asistente Social que nos asistió, nos ofrecieron el servicio de cadetería del hospital, que si precisábamos algo había gente que hacía los mandados; hasta servicio de psicología, Payamédicos, que si tenían hijos chiquitos nos enviaban videos para que les sea más tolerante el encierro, nos enviaron cuentos para distraernos. En el medio del aislamiento fue el cumpleaños de Maurice y nos mandaron una torta. Son detalles que tenemos que agradecer. Y agradecer a los clientes, a los vecinos y amistades, que siempre nos estuvieron mandando mensajitos".
Este aislamiento también les dejó otro sabor amargo. "Tuvimos el trago amargo del fallecimiento del papá de Maurice, que se había contagiado en un geriátrico. Agradecemos a Mónica y a Evangelina, las cuidadoras, por cuidarlo. Una de ellas llamó a Maurice por teléfono y sin que se diera cuenta ese fue el último contacto que tuvo con su padre, a quien no veía desde que empezó la pandemia. Y agradecemos al Dr. Luis Estevarena que le permitió a Maurice acompañar el cortejo fúnebre con el auto, para despedirse de su papá, aunque no se pudo bajar porque no tiene el alta aún", reveló.
También agradeció al Dr. Gigón que realizó el seguimiento diario de la familia, y al Dr. Nicolás Queti, por su predisposición. Y para cerrar dejó de manifiesto su deseo de donar plasma, para ayudar a otro paciente con COVID-19, sólo tiene que esperar 20 días.