"La simplicidad es la sofisticación suprema" supo decir en su momento Leonardo da Vinci y dejó para siempre una sentencia universal.
Más que nunca estamos necesitando de ideas simples. Soluciones simples. Mensajes simples. Estamos atormentados por una multiplicidad infinita de mensajes (la mayoría pasan inadvertidos para el común de los mortales). Estamos sobrepasados por una oferta de productos y servicios creciente.
Lo simple remite a la economía de esfuerzos. De quien produce. De quien recibe. Mensajes complejos son inconscientemente desatendidos. No hay tiempo para elucubrar interpretaciones de crípticos mensajes. ¿Alguien pudo obviar el Just do It de Nike? Eso es simplicidad. Tuvo impacto. Tuvo recordación. Hace unos pocos meses, una serie sobre la vida de Michael Jordan tuvo un resonante éxito mundial: se llamaba "El último baile", la definición con la cual el entrenador de los Chicago Bulls definió (y motivó fantásticamente) a Jordan, Pippen y Rodman en su última temporada juntos. Nadie que vio esa serie, olvidará nunca su nombre.
"La simplicidad es la clave de la brillantez" supo decir en su momento Bruce Lee y dejó para siempre una sentencia universal.
Cuando nos internamos en soluciones complejas (creyendo erróneamente que en la complejidad reside la solución) pasamos por alto las ideas más rústicas que nos invaden. Desconfiamos de lo simple. Pero cuando lo sencillo se impone aparecen frases del estilo ¿Cómo no se me ocurrió a mí? Para el creador de lo simple no hay mejor elogio que la frase que antecede. Reducir la complejidad de un problema a una solución casi de "charla de café" es poco menos que un arte. Como escuché preguntar alguna vez: ¿no es la absoluta simplicidad lo que más maravilla de un genio?
"Es posible reconocer la verdad por su belleza y simplicidad" supo decir en su momento Richard Feynman y dejó para siempre una sentencia universal.
Yves Saint Laurent fue uno de los diseñadores más afamados del mundo. Sin embargo dijo lamentar profundamente no ser el inventor del jean.
En la complejidad creciente encontraremos nuevos avances en la búsqueda de soluciones simples. Hace unos años hubo un caso en la Fórmula Uno. Mientras la mayoría de los equipos desarrolla tecnologías con altísimos costos de I+D el cerebro divergente de un ingeniero creó el "conducto F" para McLaren. En pocas palabras la simple innovación (desde el punto de vista tecnológico, jamás desde el intelectual"? sería una subestimación) giraba en torno a sacar partido de un vacío reglamentario que estipulaba que ninguna parte móvil puede tener aplicación aerodinámica. ¿Qué hicieron en McLaren? Una toma de aire que el piloto despeja u obtura con sus piernas de acuerdo a las necesidades. Nada de tecnología. Absoluto talento creativo para idear soluciones con máxima sencillez. La genialidad de la simpleza! Los McLaren esa temporada se habían transformado en poco menos que invencibles.
"Las situaciones son como son. La vida es muy simple. El momento presente siempre es bastante simple porque es solamente eso. La consciencia está en la simplicidad del momento presente" supo decir en su momento Eckhart Tolle y dejó para siempre una sentencia universal.
El éxito de Google está en su potente motor de búsqueda. Pero"? ¿vieron lo que es su landing page? Un convite a la eliminación de lo superfluo y secundario. ¿Vieron lo que es el diseño de los celulares iPhone de Apple? Por sugerencia de Steve Jobs, llevan solo un botón en su frente. Simplicidad absoluta. Cuando la NASA comenzó con el lanzamiento de astronautas al espacio, descubrieron que los bolígrafos no funcionarían con gravedad cero. Gastaron una decena de millones de dólares y varios años de investigación antes de lograrlo. ¿Cuál fue la solución de los rusos al mismo problema? ¡Usaron el lápiz!. Genial, una nueva lección de simplicidad aplicada.
Culminando con los casos déjenme contarles que un español, Enric Bernat, para no pegotearse las manos con golosinas le introdujo un palito creando el Chupetín (Chupa-Chups en España). Se venden hoy día más de mil millones de chupetines en el mundo.
Sin dudas no son tiempos de ideas cargadas y soluciones barrocas.
Si logré seducirte acerca de las ventajas de lo simple te recomiendo que amplíes la perspectiva leyendo las 10 leyes de la simplicidad de John Maeda.
Lo bueno si breve (Y SIMPLE) dos veces bueno.