Para no desatender los riesgos sanitarios ni los riesgos macroeconómicos, y pensar en el mercado de trabajo y el ingreso de los hogares, se debería trabajar en políticas que ayuden a los productores de bienes y servicios a tener una economía de baja proximidad.
Las políticas de aislamiento social preventivo y obligatorio con la prioridad de reducir el ritmo de reproducción del virus van acompañadas de un menor nivel de actividad económica, ya que este se basa en el contacto entre las personas, mientras que si se mantiene un nivel alto de actividad la tasa de contacto crece. Y esto es lo que se ha planteado como economía versus salud. Sin embargo, un trabajo de economistas del CIPPEC de reciente presentación en la Universidad Nacional del Sur , plantea un matiz superador proponiendo políticas públicas que disminuyan la proximidad.
En estudio del CIPPEC muestra que el aislamiento afecta mucho más a los sectores de bajos ingresos, que a su vez tienen peores condiciones laborales ya que sólo entre un 20 a 25% se encuentran registrados en la seguridad social, y no realizan en general tareas de calificación técnica o profesionales. Otra cuestión que afecta asimétricamente los ingresos es que no todas las ocupaciones pueden ser trasladadas al mundo digital.
La investigación sugiere que potencialmente unos 2,2 millones (29%) de los trabajadores que no hacen en este momento por estar restringidas o prohibidas sus actividades, podrían realizar teletrabajo . Pero ese potencial se reduce a un 10% cuando se mide el teletrabajo efectivo de acuerdo al Observatorio SRT del Ministerio de Trabajo. Por otra parte, la Encuesta de Indicadores Laborales también que del total de empresas relevadas solo el 3% implementaban teletrabajo. Muchos de los problemas de las posibilidades de teletrabajo en Argentina se han visto en estos meses de aislamiento, con el aditamento de que se concentra en el grupo de edades entre 26 y 35 años que representa el 35% de los trabajadores del Sistema Previsional Integrado. Esto implica que hay una gran cantidad de trabajadores que no tienen posibilidad de acceder a una excepción para retomar sus actividades ni tampoco teletrabajar. Y eso ocurre en los segmentos más vulnerables del mercado de trabajo . Esto también es cierto en otros países como Estados Unidos.
Para la posibilidad de que todos puedan retomar sus actividades, es necesario conocer el nivel de proximidad que cada actividad implica . Hay tareas que no pueden realizarse de manera digital pero que no requieran una relación cercana con otras personas en el espacio de trabajo, mientras que otras actividades necesitan una alta proximidad, aunque puedan ser realizadas con un dispositivo digital.
Una buena identificación de niveles de proximidad por tipo de ocupación, se basa en la evaluación del contacto con otros, la proximidad física y la exposición a enfermedades e infecciones . Para el caso argentino los resultados se pueden desagregar en tres segmentos del mercado laboral: los exceptuados de aislamiento, los vulnerables, que no están exceptuados del aislamiento o no pueden teletrabajar, y los que pueden teletrabajar. Los dos primeros son los que de manera evidente tienen alta proximidad, y consecuentemente alto riesgo sanitario
Las actividades vulnerables de mayor proximidad abarcan a casi un millón de trabajadores, con una informalidad del 55% y gran parte de las ocupaciones operativas y no calificadas (80% de los ocupados).
Es evidente que además el riesgo de aglomeración está en los medios de transporte público especialmente en las ocupaciones asociadas a ramas de actividad de servicios, ya que alrededor del 44% de los trabajadores del servicio doméstico y los servicios de salud lo utilizan
intensivamente, porcentaje que es menor al 30% para la industria o la construcción, aunque en este promedio nacional debe tenerse en cuenta una fuerte disparidad geográfica .
Esta segmentación con sus atributos de proximidad permite tener en cuenta los riesgos sanitarios y a la vez los económicos. Las políticas sugeridas por el CIPPEC van desde los protocolos de proximidad, higiene y seguridad en el trabajo, hasta las de readaptación de habilidades, reasignación y automatización de tareas. Algunas de ellas requieren de un cambio importante en los procesos de producción y hasta del traslado de los trabajadores, otras solo una baja inversión o coordinación interministerial.
Sin embargo, la discusión de políticas públicas para cada sector del mercado laboral en esta emergencia es necesaria. La investigación del CIPPEC es el puntapié inicial para ponerse a pensar ya en estrategias para una economía de baja proximidad por lo menos hasta que la vacuna sea una realidad.