Después de tantos años, hacés una amistad con la clientela del barrio”
PERFILES
Fueron palabras de Fernando Tapia, un reconocido almacenero de barrio de nuestra ciudad que lleva adelante la despensa "Emanuel", desde hace 30 años. Por ser considerado servicio esencial, éste fue un rubro que nunca dejó de trabajar en esta pandemia por el Covid-19. Se trata de un negocio netamente famiLiar que ha sobrevivido a diversas crisis en el país y que gracias al compro-miso con el cual trabajan sus dueños y la fidelidad de su clientela, han podido salir adelante.
El 16 de septiembre se celebró en todo el país, el "Día del Almacenero": un reconocimiento a quienes encarnan el "corazón del barrio".
El almacén es un noble comercio que pese al paso de los años, aún sigue acompañando a la familia argentina. Algunos afirman que el almacén es algo más que un comercio donde, comprar los comestibles y demás enseres necesarios para la vida doméstica; sino que también se trata de un lugar de encuentro dentro del barrio, un sitio donde ir a intercambiar ideas, afectos, problemas y soluciones a la vida diaria. Los almaceneros marcaron la identidad de los barrios con sus pequeños negocios.
A pesar del paso del tiempo, la relación vecino-almacenero se mantiene desde siempre. Y el dueño del almacén también ha cumplido un importante rol en esta cuarentena por la pandemia del COVID-19. Nunca dejaron de trabajar y supieron a adaptarse a cada una de las disposiciones planteadas, más que nada en cuestiones de horario de trabajo.
En Perfiles de este domingo entrevistamos a un referente de este rubro. La historia de almacenero de Fernando Tapia en nuestra ciudad comenzó a escribirse cuando tenía 22 años. Había llegado desde su Punta Alta natal a radicarse a Coronel Pringles, con tan solo 18 años, se casó con una pringlense, y luego de realizar diversos trabajos, tuvo la idea de abrir las puertas de un almacén en la esquina de calles 2 y 42 de nuestro medio, y desde entonces, hace 30 años sigue prestando servicio en el barrio, contando con la colaboración de la familia.
La Despensa se llama "Emanuel", cuya designación responde a un nombre bíblico que significa "Dios con nosotros".
¿En qué lugar nació? ¿Dónde se crió?
-Soy nativo de Punta Alta. Me vine a Coronel Pringles cuando tenía 18 años, así que tengo más años viviendo en esta localidad que en mi ciudad natal. Tengo 52 años y llevo 34 años viviendo acá. Cuando llegué, me casé, era muy joven, tenía 18 años.
¿Cómo surge la posibilidad de abrir un almacén de barrio?
-Después de realizar trabajos de distinto tipo, hace 30 años, decidimos abrirnos camino solos, y pusimos este negocio. Siempre funcionó en el mismo lugar. Primero, era muy chiquito, y lo fuimos ampliando. Abrimos en el sector que era el comedor de mi casa, después nos cambiamos para el otro lado, en la parte donde era una de las habitaciones de la vivienda. Luego, hicimos tres ampliaciones tanto a la casa como al negocio. Así terminó en lo que es hoy, ocupando el comercio toda una esquina, ya que logramos transformarlo a través del tiempo.
¿Recordás los comienzos en tu almacén?
-Fue un inicio difícil en el sentido que no teníamos una gran inversión. Fuimos más corajudos. De a poco, siendo ordenados en el manejo del dinero, fuimos agregando cosas. Pasamos de todo en estos 30 años de trabajo, por ejemplo, devaluación, hiperinflación, y gracias a Dios hemos podido subsistir a través del tiempo.
¿Siempre ha sido un negocio familiar?
-Sí, siempre. Comenzamos a trabajar con mi esposa, hace muchos años y mi suegra, también nos ayudaba a atender, ahora ya no está en el negocio porque tiene 83 años y con esta situación que se vive, no la dejamos.
¿Cómo han enfrentado esta pandemia por el Covid-19?
-Soy un agradecido porque hemos podido seguir trabajando en esta pandemia, a diferencia de lo que le ha pasado a otros ciudadanos en otros rubros, que tuvieron que parar o han estado muy restringidos. En nuestro caso, gracias a Dios pudimos trabajar, aunque en horarios más acotados, adaptándonos a los protocolos, pero trabajando tranquilos dentro de esta situación que es tan complicada. Seguimos adelante a la espera de que pase todo ésto.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
-Lo que más me gusta es ser independiente. Soy mi propio patrón, lo que no significa que uno trabaje menos, sino que a veces se trabaja más, ya que cerrás el negocio y seguís trabajando fuera del horario, porque todo es mi responsabilidad. Además, me gusta la parte de la compra. También, el trato con la gente es muy bueno, hay que tener cierta pasta, pero llegás a hacer una especie de amistad con la clientela del barrio más que nada, después de tantos años somos todos conocidos. Hasta a veces por fuera del negocio uno está dispuesto para cualquier cosa que se necesite para los vecinos.
¿Esta pandemia ha provocado el faltante de algún producto en tu almacén?
-No he notado faltante de mercadería por ese asunto. Lo bueno es que las entregas vienen mayormente desde Bahía Blanca, por los mayoristas grandes que hay en esa ciudad. Sí, hay cosas puntuales que faltan, pero no es por culpa de la pandemia.
También, los precios de las verduras son cambiantes. Una semana la bolsa de cebolla valía $ 300, y a la otra, $ 800. Pero esas cosas pasan todos los años. Creo que no hemos sido afectados por faltantes en esta pandemia. No han faltado las cosas esenciales como el pan, harina, azúcar, aceite, etc.
¿En estas 3 décadas alguna crisis les hizo replantearse la situación y cerrar sus puertas?
-Sí, hubo un par de momentos que fueron muy duros. En la época de Alfonsín la mercadería aumentaba dos veces en el día, era una locura. Esa hiperinflación fue muy dura. En algún otro momento también la pasamos complicados, costaba mantener a flote al negocio. Pero, sólo fueron momentos y gracias a Dios los superamos. Ahora, estamos tranquilos, seguimos trabajando, y podemos reponer productos que siempre es la meta del almacenero.
¿Este 2020 también les trajo la posibilidad de reiniciar la elaboración de las tradicionales empanadas?
-Sí. Empezamos a elaborar empanadas nuevamente en el inicio de la pandemia, justamente porque teníamos más tiempo disponible. En años anteriores elaborabamos, pero dejamos porque es un trabajo arduo, pesado, tenés que empezar a trabajar por los menos dos días antes para la elaboración. Y después que terminás, queda el tendal para limpiar. Este 2020 decidimos empezar de vuelta para aprovechar el tiempo, porque se cerraba más temprano el negocio. Antes ésto no sucedía porque no disponíamos de tiempos libre al estar siempre trabajando.
Pudimos arrancar nuevamente en el inicio de la pandemia y con una buena respuesta de parte de la gente porque ya teníamos una clientela formada que se puso contenta cuando dimos aviso que volvíamos, después se van sumando clientes nuevos. Estamos elaborando empanadas (de carne, jamón y queso, y de pollo) los días jueves, viernes y sábado.
¿Ante esta pandemia, esperás que pronto se pueda volver a la normalidad?
-No, creo que esta situación va a tardar un tiempo en normalizarse, y no sé hasta qué punto volveríamos a la normalidad. Esta situación ha cambiado el mundo por completo. No sé cuánto tiempo más tendremos que vivir con barbijos, cuidándonos, espero que ésto pase relativamente pronto, pero entiendo que tendremos que acostumbrarnos a vivir con este virus como si fuese una enfermedad más, como por ejemplo la gripe. Esperemos que llegue una vacuna, que sea realmente efectiva. Ojalá por el bien de toda la gente que aún está complicada con su trabajo, que todo se normalice, que todos estemos bien y no pasemos angustias.
¿Qué mensaje dejarías a tus clientes?
-Sentimos un agradecimiento muy grande porque siempre los clientes nos están apoyando. Queremos agradecerles esa fidelidad. Nosotros tratamos de hacer las cosas bien dentro de lo que uno puede, ser honestos más que nada, sí le digo al cliente "ésto es bueno", que sea así, porque si no, no llegás a ningún lado. Te dura hasta que el cliente llega a su casa, lo miró, lo probó y no le gustó, porque hasta ahí llega la verdad o la mentira. Gracias a Dios nuestra clientela nos aprecia y nosotros, también, por eso, sentimos agradecimiento y el augurio de que todos puedan seguir adelante y zafar de esta pandemia.