“Ser docente me formó a mi como persona”
“Ser docente me formó a mi como persona”
PERFILES

Lo expresó Myrian Valenzuela, que luego de desempeñarse durante 31 años en el ámbito educativo, se jubiló. Durante su extensa carrera se desempeñó como docente en diferentes establecimientos educativos, hasta que un día fue por más y se convirtió en la Primera Inspectora Jefe  Distrital de educación en Pringles. Luego siguió construyendo desde el mundo de la educación, como Jefa Regional en la Región 21 y después, siendo Directora Provincial de Artística. Hoy, en esta nueva etapa se dedicará más de lleno al turismo rural un emprendimiento que lleva adelante en Roque Pérez. 
 
El último día del mes de junio se despidió del sistema educativo, con 31 años trabajando en la DGCYE, Myrian Valenzuela. Su vocación por la docencia se despertó tempranamente siendo una adolescente, luego tuvo la posibilidad de estudiar, recibirse y          desempeñarse en diversos establecimientos educativos, concentrando su tarea laboral en escuelas primarias fundamentalmente, aunque también se recibió de Profesora de nivel inicial. 
Luego, se animó a otros desafíos, fue la primera Inspectora Jefe  Distrital de Pringles, y siguió yendo por más a lo largo de su carrera. También, fue docente de inglés, estudió Bibliotecaria en la Universidad Nacional de Mar del Plata, y hasta se desempeñó hasta el 2018 como docente del Instituto 158.
Además, el año pasado terminó la Diplomatura en Community Manager, lo que le permitió aprender sobre el uso de redes sociales y demás. 
Según sus propias palabras, recuerda a cada alumno, cada colega, cada padre o madre con quienes construyó su rol. En Perfiles de este domingo entrevistamos a la pringlense, que en este momento reside en Roque Pérez, pero nunca olvida sus raíces y siempre vuelve a la ciudad para visitar a familiares y amigos. 

¿En qué lugar naciste? ¿En qué barrio te criaste?
Nací en Coronel Pringles el 12 de marzo de 1970. Me llevo diez años con mi único hermano, que lamentablemente ya no está con nosotros. Mi crié en la casa de mi abuela paterna, en calle Rivadavia, casi llegando a Avenida 25 de Mayo, ese era mi barrio de juegos, de recorridas por los Kioscos. 

¿A qué escuelas concurristes?
-Fui al Jardín de Infantes N°1, me encantaba ir, porque jugaba con chicos de mi edad, iba a casa de vecinos que tenían hijos mayores y era un poco la mimada del barrio, hay gente a quien quiero un montón, una de ellas es la familia Sensi, la familia de Ñata Alonso, una vecindad en ese momento donde era posible que un niño fuera a la casa de un vecino a jugar. 
En el nivel primario concurrí al   "Departamento de Aplicación", lo que es hoy la Escuela 40. Tenían prioridad en el ingreso los hijos de las docentes o los que hermanos de otros alumnos. Yo no tenía prioridad por ninguno de estos motivos. Mi papá era fabricante de baterías y mi mamá no había podido ir a la escuela, ella se crió en el campo y recibió enseñanza en su casa, mi mamá es una persona muy inteligente, con mucha cultura, no desde el lugar de la escuela. Así que no estaba en las mejores condiciones, quedé en lugar de espera y por sorteo me tocó una vacante. Empecé primer grado con una docente muy exigente, pero que con mucho amor también nos dio las primera enseñanzas. 
En esos tiempos falleció mi abuelo materno, así que me fui a vivir por un tiempo con mi abuela, a modo de compañía, ella marcó en mí recuerdos imborrables. 

¿Después llegó la secundaria y surge tu vocación por la docencia?
-Cuando fui a la secundaria me había mudado, vivía en calle Belgrano y ya la escuela secundaria había pasado al edificio donde funciona actualmente, y yo ya vivía con mis padres. Siempre me gustó muchísimo la escuela, le dedicaba muchas horas, realmente me sentía muy feliz leyendo, siendo parte de distintos grupos vocacionales, en el contraturno de la escuela recibíamos chicas y chicos que tenían dificultades para aprender, sobre todo el francés. A mis 14 años les enseñaba a chicos y chicas de mi edad, incluso más grandes que yo, en espacios prestados por la escuela. Estudiaba y me formaba muchísimo para esas clases. 
Un tiempo más adelante empecé a tener ganas de disponer de mi dinero y no tener que dar explicaciones a mi papá cuando quería comprarme algo, así que a mis 14 tomé mis primeros alumnos particulares. La mayoría eran de la Escuela 1, muchas veces a la salida del recreo me acercaba y hablaba con esas maestras de esos chicos, para ver  de qué manera encaraban la enseñanza,  y poder entender que dificultades tenían ellos para ayudarlos de la mejor forma. 
Siempre entendí que enseñar es dar herramientas para que el otro aprenda, que no es ponerse en el lugar de la posesión de la verdad y el saber, y una mera transmisión, sino habilitar a modo de ayuda. Obviamente que hay que prepararse y saber más que el alumno, y lo que no sabes lo vas a investigar o te lo va a enseñar el alumno, en este intercambio las reglas del juego tienen que ver con el enseñar y aprender con el otro. Y sobre todo con la comprensión, no con la memorización, con la búsqueda de sentido, con divertirse si se quiere, porque además la pasamos bien juntos. Eso hizo que 31 años de trabajo se pasaran como un soplo. 


¿Cuándo decidiste estudiar para docente?
-Siempre me gustó enseñar y que otros aprendan. Si bien en un momento pensé estudiar Medicina, que para mi familia era muy complicado, decidí casarme cuando terminé la secundaria. Vendí mi viaje de egresados, con eso compré la cocina a gas, y me casé con el padre de mis hijos y mi compañero durante muchos años, que también fue parte de mi proceso de formación. 
Recién terminaba el secundario, inicié los estudios en el Instituto de Formación Docente y Técnica N° 158 de Coronel Pringles. Me recibí en el año 1990 como maestra de nivel primario, entre tanto trabajaba, iba cubriendo suplencias. Siempre me ha gustado trabajar y he necesitado trabajar. 
Luego, hice el Profesorado de Educación Inicial, en simultáneo casi con el de primaria, porque cuando estaba cursando el segundo año del Profesorado de Primaria nació mi hija Noelia, la mayor. Cuando terminé el Profesorado tenía que hacer la residencia y justo nació Gastón, que es mi segundo hijo, así que en el año 1992 me recibí de maestra jardinera, vocación que abracé con todo mi corazón, pero que por cuestiones de necesidad laboral, como ya estaba ubicada en la Escuela N°13 de Reserva y necesitaba la estabilidad de un trabajo con continuidad, elegí el primario. 

¿Cómo fue la experiencia en Reserva?
-Desarrollé gran parte de mi profesión en esa escuela, en la cual pensé que iba a estar 2 o 3 años, ese era mi plan, pero me quedé como 9. Fueron tiempos de mucho desafío, no tenía auto, viajaba a dedo, por lo tanto, también en el recorrido, le debo a un montón de personas que han facilitado que yo llegue a trabajar a ese espacio. Era una comunidad muy colaborativa, que acompañó, donde también tuvimos obstáculos, diferencias, porque cuando estamos entre personas es lo propio del ser humano, las diferencias, pero siempre construyendo juntos, buscamos oportunidades para los chicos. 

Pero llegó un tiempo que dejaste la docencia para afrontar otros desafíos. ¿Cómo viviste esa etapa?
-En un momento de mi trayectoria, siendo Directora de la Escuela N°3 de Pringles, siempre en simultáneo fui también docente de inglés, y me jubilo de docente de inglés en la escuela donde fui alumna, y fueron alumnos mis hijos. Ahí sentí la necesidad de ir por un poquito más a modo de desafío personal, profesional, un ponerme a prueba y rendí para ser inspectora. Y desde el año 2003 ya me desempeñé como Inspectora del Nivel Primario. En el 2005 se crean las Jefaturas Distritales únicas, y la primera Inspectora Jefe Distrital de Pringles fui yo. Recuerdo volver de La Plata con el cargo, pero era lo único porque no tenia un espacio físico, no tenia equipo, tecnología, archivos, un sello y tampoco tenía idea cómo era ser jefe distrital, porque era un cargo nuevo que había que construir. En ese rol me desempeñé 8 años, luego pasé a Bahía Blanca como Jefa Regional, estuve 4 años, en una región que abarca muchos distritos, hasta Patagones, y luego seguí como Jefa Regional en la Región 21 con sede en Tres Arroyos.  Y surge la propuesta de ser Directora Provincial de Artística, me pareció que a esa altura de mi carrera era una buena oportunidad para seguir viendo la educación de otro lugar. Posteriormente, culminaron mis funciones en este ámbito en diciembre de 2019 y decidí instalarme en Roque Pérez donde cuento con un emprendimiento vinculado al turismo rural. 

Y al mismo tiempo, ¿Seguiste estudiando y formando a otros docentes?
- Sí, puedo seguir aprendiendo, hasta el último instante de vida, voy a seguir descubriendo el mundo. Desde el año 2010 hasta el año pasado fui profesora en el Instituto 158, en el mismo en el que me formé, seguí formando docentes, en el Profesorado de Enseñanza Primaria. Tenía el taller de enseñanza en plurigrado. 
Cuando me fui a trabajar a Bahía Blanca aproveché a estudiar el pos título de Educación Rural. Siempre seguí estudiando, realmente me abrió oportunidades, me hizo mirar más allá de la aldea. El haber trabajado para la inclusión de chicos con necesidades especiales me apasionó, y que puedan estar en las escuelas comunes aprendiendo, con legítimo derecho, encontrando lo que tienen en común como todo chico, y con la atención especial que necesitan por sus particularidades.

¿Qué te dejó estos años de trabajo en diferentes cargos?
-Mucho, me he sentido inmensamente feliz, generando oportunidades donde no las había, pensando nuevas ofertas educativas, creando escuelas, abriendo carreras donde hacían falta, cursos de formación profesional, eso me hizo inmensamente feliz, y cuando vuelvo con el correr de los años a esos lugares, y veo a los alumnos recibidos, realmente es altamente reconfortante, pero creo que a nivel personal el trabajo con los adultos, que muchas veces tenemos, es de los que más aprendí. Estoy agradecida de esas situaciones que me pusieron en oportunidad de repensarme, de volver sobre algunas seguridades, lo que uno tiene como el deber ser. Hace unos días cuando me despedía del ultimo equipo de trabajo en Roque Pérez, un conjunto maravilloso de directoras rurales y urbanas, y les decía, qué desafío fue también como adultos, en términos de un año y poquito conformar un equipo, lograr confianza. Me he visto en este rol, diferente, más humana, más sensible a un montón de situaciones. Ser docente me formó a mi como persona, entonces no lo puedo separar. Yo soy lo que soy porque fui docente, así que inmensamente agradecida, porque es lo que me permitió llegar a disfrutar esta nueva etapa con proyectos, con muchas ganas, buena energía, y eso es lo que somos los docentes, una apuesta permanente al futuro, el docente no se queda quieto, va por más. 


Tras la jubilación; ¿En esta etapa te vas a dedicar al turismo rural?
-Sí, pero ahora con más tiempo, pero no es tan alejado de lo que es educar, porque uno sigue siendo educador desde otro lugar. A las personas se las recepciona, se las orienta, hay un intercambio, se van generando círculos de confianza, también estamos poniendo en valor cuestiones vinculadas a los almacenes de campo. 
También ese interés permanente por aprender hace que uno vaya recreándose. En un principio extrañé muchísimo Coronel Pringles, sigo extrañándolo, mis raíces y mis afectos, entonces cuando voy estoy en mi casa. Siempre leo, estoy atenta a lo que pasa, siempre dispuesta a recibir algún pringlense cuando pasa por mi zona, me encanta que pasen, lo que necesiten, saben que acá estamos.  En el espacio de la hostería está el escudo de Coronel Pringles y hay muchas referencias historias y pertenencia de mi familia que hacen alusión a la historia de nuestro pueblo.

¿Te quedan sueños y proyectos pendientes?
- Pensé que al jubilarme a los 50, estando sana y con todas las ganas e ideas que tengo, era como tener la oportunidad de vivir dos veces, entonces estoy volviendo a empezar, sin una exigencia, sin mandatos sociales. Hoy ya estoy liberada de esos mandatos, además con una experiencia de vida, uno ha aprendido y hoy puedo reconocerme yo como soy, lo que me gusta, lo que quiero, lo que no voy a estar dispuesta a volver a hacer, y sueños  tengo muchísimos. 
Básicamente poder hacer lo que me gusta y ser feliz. La vida es un sueño, así que hay que vivirla bien, con uno mismo, por quienes nos rodean, y dejar buenas huellas, hacer las cosas, ayudar, eso es lo que quiero, y ser feliz, vivir bien, ya con menos ataduras. 


Publicado por EL DIARIO. Más información sobre el autor y los contenidos en este link


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