Hugo Alberto  Béttiga nació el 15 de julio de 1959 en Coronel Pringles.  A los 17 años,  aprendió el oficio de la carpintería y se desempeñó en esta actividad durante más de 40 años. No hace mucho un coágulo que afectó  su cerebro, le causó diferentes problemas motrices e incluso de razonamiento, pero de a poco,  se fue recuperando y fue así que junto a esa recuperación,  se dio su llegada el 1º de septiembre al Hogar "El Remanso",  donde se encuentra residiendo actualmente y al cual ya considera su hogar. Después de estar varios días en el hogar, una mañana se levantó con ganas de hacer algo diferente  y fue así como pidió una placa de yeso que habían desechado de una obra que estaban realizando en este espacio y sobre la misma comenzó a dibujar una antigua luminaria que está ubicada en el patio de la residencia para adultos. Pero la sorpresa se la llevó cuando observó  lo bien que le quedó y cómo el resto de los residentes,  le hicieron ver que tiene una cualidad especial para el dibujo. Es así que en la entrevista de "Perfiles" de este domingo de "El Diario de Pringles" conoceremos la historia de Alberto Béttiga, un vecino que nos demuestra que nunca es tarde para poder llevar adelante aquello en lo que por ahí, podemos ser habilidosos. 

Tuve un problema  con  un coágulo en el cerebro que  me dejó sin poder caminar, sin habla, sin poder razonar bien, y que  me afectó también a la vista. No alcanzó a ser un ACV (Accidente  cardiovascular), pero me afectó bastante y de a poco,  pude ir recuperándome hasta que llegué  al hogar el 1º de septiembre. Desde entonces estoy aquí muy contento y agradecido por el acompañamiento de todos los residentes,  como así también de la directora Rosana Vitali.  

Pasó  aproximadamente a los 20 días que estaba en el Hogar. Me levanté una mañana con otro pensamiento porque ya me estaba acostumbrando al lugar y entendiendo que es mi  casa y me dije que algo tenía que hacer y dije voy a ver cómo ando con el pulso y con la vista, después del problema de salud que tuve que me afectó ambas cosas. Fue así como vi que estaban haciendo una obra en el hogar y que quedaban pedazos de materiales, así que pedí un trozo de una placa para humedad y me la llevé al patio para tratar de dibujar algo. Después de recorrer un poco el patio,  vi una farola antigua como las que se encuentran en la plaza principal, que según me contaron,  se encuentra en el hogar desde sus inicios.  Fue así que intenté replicar la figura de esta farola sobre la placa de yeso y después de tres  días terminé de hacerla y cuando se la mostré a los demás, todos se quedaron asombrados porque me quedó casi igual. 

No, yo antes cuando trabajaba como carpintero,  en ocasiones tenía que dibujar algún mueble, o  algo específico como para concretar o hacer un trabajo de carpintería, pero nunca volcado a  algo con significado artístico como en este caso de la farola antigua junto a los arboles del patio del hogar. 

Sí, por supuesto,  no sólo me entusiasmé yo, sino que el resto de los residentes me insisten  para que siga dibujando, incluso también la profesora del taller de dibujo que tenemos,  que se llama Hilda Briuolo, quien me ha hecho  propuestas muy interesantes porque vuela más alto que yo, así que vamos a ver como seguimos con todo ésto. Las cosas se van dando de a poco, paso a paso y con tranquilidad y más en un lugar como éste,  donde la tranquilidad es lo que sobra. 

No, a tanto no me animo, pero sí me gusta darle vida  a algo que es inanimado como un objeto y poder plasmarlo sobre un papel o un pedazo de madera. 

Desde los 15 años que comencé a trabajar en una carpintería hasta los 60 años que dejé la actividad. Me emplearon como ayudante en la carpintería de Ambrosio Padelli cuando era adolescente y desde entonces siempre me dediqué a  lo mismo. También tuve la oportunidad de estar entre los que inauguraron la escuela profesional, estuve en el grupo de carpintería y di clases allí porque quería saber si tenía la facilidad de enseñar o no.  

No, para nada, ni se me cruzó por la cabeza hacer algo más de eso, para mí ya es una etapa cumplida en mi vida. 

Amistades es lo que sobran, desde que entré me encontré con gente muy buena y sobre todas las cosas compañera.  Es mucho lo que se comparte en este lugar, si no compartís una mesa, compartís una habitación o un paseo por el jardín o una charla. Me gusta todo del hogar, porque en mi caso ando desde la mañana hasta la noche y la verdad que  no quiero irme a dormir. Tenemos talleres de toda clase, y en todos nos prendemos, son pocos aquellos que no quieren participar de los talleres, que son muy buenos porque nos mantienen entretenidos y en los mismos aprendemos a hacer de todo. 

No tengo palabras para agradecer a la gente de Pringles porque siendo carpintero,  todos se portaron muy bien conmigo. Pero yo ahora inicié una nueva vida, aquí en el hogar y ésta es mi verdadera vida,  de la que puedo  disfrutar de cada momento, sin horarios y haciendo todo lo que me gusta. A la gente le diría que no hay edad para aprender algo y que nunca es tarde para hacer algo que uno siempre tuvo ganas o que le interesó.