El jueves 2 de Julio se jubiló un policía de alma, como es el caso del Comisario Miguel Ángel Coradini, quien supo trabajar en la fuerza policial de Coronel Pringles, desempeñándose en diversas funciones. Es así que ante esta fecha especial, el Subcomisario expresó. "Bueno al fin llegó, 2 de julio 2020, 32 años y 4 meses, como llega todo, tarde o temprano. Qué decir, mis padres y familiares viéndome irme de Carhué a La Plata, buscando un futuro, con mucha decisión de ser alguien por mí mismo, dos años de mucha disciplina, carencias, guardando las lágrimas bajo el overol, endureciendo mis sensibilidades, valorando la libertad, haciéndome hombre de un zarpazo. Con el primer escalón logrado, y luego de un añorado Operativo Sol, me sentía un vencedor, y llegué a Bahía Blanca. El oficial nuevo, llegaba a la Comisaria Primera, una rota máquina de escribir, una oficina sin ventanas, una fila incesante de gente para atender, "pibe no te vas de franco, hay un servicio que cubrir", quería consolarme pensando que todo el abuso que padecía por ser el novato, era el sacrificio que todos corren, pasaron unos años donde presté servicios en la Comisaria Quinta Noroeste y el viejo Comando Radioeléctrico, para luego ser convocado a trabajar al Conurbano Bonaerense, Brigada de Quilmes, recién casado, años de trabajar con los ojos bien abiertos, con personas muy avezadas en acciones de riesgo, adaptarme a cumplir órdenes, aún sin saber las consecuencias, o ir a un lugar a donde no te decían cómo nos iban a recibir, investigar Piratas del Asfalto, secuestros extorsivos, etc. Luego de seis años en Quilmes y Banfield, decidimos con mi ex esposa volver a Bahía Blanca, siempre en el Área de Investigaciones DDI, donde estuve un tiempo en oficina, judiciales, y luego estuve varios años a cargo de grupo operativos, fue la época donde hice el mayor desgaste por este trabajo, el sueño de joven, un policía de calle, que conozca, que sea respetado, que tenga mucha información, caminar las villas, los antros, los tribunales, juicios orales, etc. sueños que teníamos por cumplir en esa etapa, la gran mayoría dejamos mucho más que horas de trabajo en esa meta, dejamos familia, una vida normal, competíamos sanamente entre colegas para ver quién era el más astuto y sagaz, todo tiene una curva, por cuestiones laborales. Me voy a trabajar a la comisaria de Villa Mitre, me hago cargo de la calle, luego de que mis antecesores cayeran detenidos por una coima. Un año y meses más de trabajo duro, cuestiones personales, y la vida que llevaba, me trajo un ataque de pánico, angustia y ansiedad, mi salud estaba en jaque, resuelvo irme a Carhué junto a mi madre y tratar de salir un poco de todo lo que pasó, ocho meses cobrando medio sueldo, tomando pastillas, psicólogos, sin saber si volvería a trabajar, vendiendo ropa, de a poco y con la ayuda de la familia y una nueva pareja, vuelvo a ponerme en pie laboralmente, pido mi traslado a la Jefatura Departamental de Coronel Suárez, lugar para estar tranquilo, luego de un año , voy como jefe de Huanguelén, una época buena laboralmente, así que vivía 10 días en la subcomisaria y venía un finde a Bahía a ver a mi hijo Giuliano, de 5 años, alquilando pensiones de mala muerte para poder verlo y regresar luego con una carga de culpabilidad que me partían el alma. Mi paso a Coronel Pringles, tres años y medio como jefe de estación, estimo que no defraudé, formé un buen equipo de trabajo, pero a veces ser de otro lado, te cuesta todo más, como nunca tuve palenque donde rascarme, me trasladan a Darregueira. Comienzo a desesperanzarme un poco con la fuerza, me voy de Pringles, pero regreso al mes y me ofrecen ser jefe de un grupo de Narcotráfico en Coronel Pringles, asciendo a Comisario, por lo que estuve casi seis años en Coronel Pringles, donde dejo mucha gente valiosa y luego recalo en el mismo área en Bahía Blanca, quedando a cargo del grupo de narcotráfico en el ámbito de la jurisdicción de la Jefatura de Coronel Suárez (Coronel Pringles, Coronel Suárez, Pigüé, Tornquist y Púan) , hasta diciembre del año 2019. Siempre me sentí mas cómodo en la calle que en los despachos. Si bien me voy con la Jerarquía de Comisario, me voy más que orgulloso, porque es hasta donde llegué sin tener que necesitar ser seguidor de nadie, por no decir otra cosa, me quedo con el respeto de los delincuentes, de los camaradas, de los que me vieron en los allanamientos, en las corridas, en los pasillos, nunca fui policía para los actos junto a las autoridades, no reniego de los camaradas que han llegado más lejos, porque se movieron bien políticamente, cada cual llega de la forma que llega, yo he visto llegar a jefes a la última jerarquía y jamás se revolcaron con un delincuente, hay de todo, mañana ya sos un número, un jubilado en la cola del banco, sin distinción de jerarquía, yo puedo caminar tranquilo, solo y sin arma por cualquier lugar de donde estuve, y a quien le compliqué la vida es porque era mi trabajo y fui más hábil que él . Me voy agradecido de esta profesión, agradecido con lo que aprendí, satisfecho por como sobrepasé malos momentos, por algunos amigos que coseché, se viene otra época y no la voy a criticar porque mi época también ha tenido sus falencias. Ahora sólo quiero hablar de música, de viajes, de cosas agradables, ver venir el otoño de mi vida, sereno, con los pocos que me acompañan y con la satisfacción de haber dado lo que me correspondía dar. Yo hoy dejo de cumplir funciones y obligaciones, pero un policía jamás se retira, ésto no es un trabajo, es una forma de vida", concluyó.