Lo señaló el Diácono Roque Victorio Gencarelli, quien desde principios del año pasado, se encuentra prestando servicios en nuestra localidad. En una entrevista, nos contó cómo tras el fallecimiento de una de sus hijas, se fue volcando de a poco a la religión, hasta que finalmente se formó como Diácono. Hoy colabora junto al Padre Matías Pardo en la Parroquia Santa Rosa de Lima y en diferentes capillas.

Roque Victorio Gencarelli  nació el 29 de enero de 1952 en Punta Alta, aunque su madre y su esposa son oriundas de Coronel Pringles. En su caso,  vivió durante toda su adolescencia en nuestra localidad y si bien el destino lo llevó a trabajar en el sur, el año pasado, regresó para instalarse junto a su familia nuevamente en Pringles y desde entonces,  se desempeña como Diácono en la comunidad.  En la entrevista de "Perfiles" de "El Diario de Pringles" de este domingo, conoceremos todo acerca de la vida del Diácono  Roque, quien tuvo que pasar por difíciles y duros momentos en su vida, como lo fue la pérdida de una hija, pero logró superar esa situación y con el correr del tiempo, se volcó a la religión, y hoy tenemos la suerte de tenerlo en Coronel Pringles, colaborando, no sólo en la parroquia local, sino también en diferentes capillas.

-¿Se crió en Punta Alta? 

Estuve hasta los 15 años. Luego por un problema familiar donde mi hermano  necesitaba aire serrano, nos trasladamos  a Coronel Pringles  y como anduvo muy bien,  nos quedamos acá. Mi mamá ya conocía porque era oriunda de Pringles.

-¿Dónde cursó sus estudios primarios? 

En Punta alta y empecé  la escuela de aprendices, que vendría a ser lo que es la Enet hoy, tenía 2do año dentro de la armada, ahí estudiabas,  salías con algo laboral dentro de la armada y trabajabas después como personal civil dentro de la base. 

-Una vez instalados en Pringles, ¿Cómo prosiguió su  vida?

Estuve trabajando en la carnicería de Patricio Martínez y en ese interín, hubo un pedido de personal para la municipalidad de engrasadores, y ahí fui poniendo los vehículos en la fosa, estuve trabajando de mecánico y también  como chofer.  Estuve hasta 1974, tenía 22 años, me casé con una pringlense y fuimos a probar un poco de suerte a otro lugar.  Estuve trabajando primeramente en Lavalle, en las salinas. Intenté otra vez volver a Punta Alta, a trabajar como mecánico y me aceptaron, no tuve que rendir porque ya tenía los antecedentes.   Estuve allí hasta que un familiar se fue a Río Gallegos y me dijo que intentara ir, que estaba muy lindo allá, así que tomamos la decisión y nos fuimos  y estuvimos 38 años viviendo en el sur. 

-¿A qué se dedicaba en Río Gallegos? 

Me desempeñaba como mecánico de la Armada y tenía por otro lado, en forma particular, un taller mecánico.  

-¿Qué recuerda de la época de Malvinas? 

Fue un tiempo muy difícil porque nosotros perteneciendo a una de las fuerzas armadas,  teníamos que estar como si fuéramos militares, hacer guardias, estar encerrados, estar siempre a disposición, reparando vehículos que se rompían. Nunca con nada de peligro, colaborando, cargando material,  estar a disposición para los que iban al frente. 

-¿Allá con quiénes vivía?

Tenía dos hijas, una que había nacido en Pringles en Navidad, y la segunda nacida en Punta Alta.

Actualmente tengo tres hijas, Carina, Giselle y Ailén.

 

-¿Cómo se dio después su vuelco hacia la religión? 

Viene a partir del 2001, la enfermedad de mi hija se agrava, se dieron una serie de situaciones y en el 2002 falleció, el 24 de mayo. Ahí ya viene todo un proceso muy complicado de duelo. Conocí a dos personas, una era gerente de Lucaioli, y tenían un grupo de hombres que rezaban el rosario, entonces me invitaron.  Siempre fui cristiano, iba a misa normalmente, entonces ante tantas cosas que estaban mal, lo vi como  una salida, me insistieron y fui.  Al principio era rememorar cosas, contar, llorar, y así fui  introduciéndome en la oración de todos los días, hasta que me  llevaron  a conocer una virgencita muy milagrosa, que estaba a 7 cuadras de mi casa. Había una  capilla humilde,  y adentro estaba la Virgen del Rosario de San Nicolás, que yo no sabía que existía. Estuve hablando con el párroco de ese momento, y  me invitó a que fuera.  Seguía con el rosario y los domingos empecé  a asistir a misa en ese lugar. Después,  me invitaron a que colabore, sabía hacer de todo, electricidad, algo de gasista, si se rompía una puerta, la arreglaba, empecé a colaborar en los momentos que tenía libre. Y así estuve  con ese mismo párroco. Al cumplirse el segundo mes de la muerte de mi hija, que hacíamos una misa, me tocó un Diácono permanente que había ahí porque el párroco no estaba, así que estuve charlando mucho con él,  hasta que después me invitaron a  ayudar en las comuniones.

 

-¿Cómo llegó a formarse como  Diácono?

-¿Cuándo llegó a Coronel Pringles?

Me jubilé, y estuve tres años más en Río Gallegos, y durante  el 4to año recién vine a Pringles, en enero del 2020.  Quería venir a Pringles, porque  es el lugar donde pasé la adolescencia, la parte  linda de cuando sos joven, y a Pringles lo quiero mucho. Ya lo veníamos conversando con mi señora, y en el 2019 hubo un cambio de obispo en Río Gallegos, y tenía que venir el nuevo obispo  que se enferma,  y falleció, y entonces le tocó ir  a Fray Carlos Aspiroz Costa, y a mí me tocó ser su escolta.  Como es una persona con la que se puede hablar muy bien, estuvimos charlando un poquito, le  comenté que tenía ganas de venir  para Pringles, y me dijo: ¿Qué esperás? Y ahí me comentó  que estaba el Padre Pedro Fournau, que necesitaba ayuda.  La primera vez que vengo de vacaciones de invierno en el 2019, ya que nunca había venido en invierno,  anduve con mi cuñado viendo casas, no estaban a mi alcance,  pero la última que encuentro, que la fuimos a ver de noche, no estaba terminada, y el dueño me dice,  ni bien la termine, te aviso. En tres o cuatro meses me llamó, y de lo que habíamos hablado,  me alcanzaba la plata justa, así que son esos signos, que Dios te deja en el camino.  Así que ahí nomás me contacté con el Padre Pedro, me llamó el encargado de los Diáconos,  me vine de vacaciones y cargué la mudanza el 1º de año del 2020 y acá estamos. 

-¿Cómo se ha sentido en Coronel  Pringles?

Muy bien, la gente es muy buena conmigo, de acá no puedo decir nada, todo es muy bueno.

 

-¿Cómo se encuentra ahora con la llegada del padre Matías?

Uno ya está acostumbrado, cuando Pedro me dijo que se iba,  uno se va encariñando,  pero hay que pensar que ésto es así.  A nosotros no nos mueven tanto porque tenemos familia, pero la labor del sacerdote, es así. 

-¿Está colaborando directamente con el padre Matías, y  acude también a las capillas?

Yo soy Diácono acá, en todos lados, lo que pasa es que el padre Pedro,  me puso en capilla San Pedro  y me dio Maria del Rosario de San Nicolás. Ahora vino el padre Matías, y colaboro en lo que necesite él. Es muy bueno y quiere hacer muchas cosas, así que lo acompañaremos y lo ayudaremos en todo lo que se pueda.   Los lunes estoy siempre con la celebración de la palabra, y después en algún momento que él tiene que hacer otra cosa, también estoy. El tema de abrir y cerrar la iglesia, lo que se va demandando, en marzo seguramente vamos a empezar con una misa en la capilla, empezar con catequesis, tenemos que ir Divisorio, así que hay actividades para hacer.

-¿Cuántos años de casado cumplió la semana pasada? 

En total son 47 años, y el aniversario fue el día 23 de febrero.

 

-¿Su esposa está contenta de estar en Pringles?

Sí, está con toda la familia Peredo, Traversini, y  Grondona.  Mi mamá era de Pringles también. Casualmente  cuando me presenté en la iglesia,  me encontré con "Negrita" Locati,  y ella conocía a mi mamá, conversamos, y fue un momento muy emotivo. 

-¿Qué es lo que más le gusta de ser Diácono?

Lo mejor de desempeñarte como Díacono, es el servicio, y el poder ayudar. A veces hay piedras en el zapato como en todos lados, lo importante es no quedarse, hay que seguir caminando. Vas a encontrar espinas, y piedras en el camino,  pero hay que seguir caminando. 

-¿Qué mensaje le dejaría a la comunidad de Pringles?

Yo lo que veo,  es que hay mucho fervor en el cristianismo,  lo vimos el otro día en el miércoles de cenizas. Veníamos medio flojos porque la gente se acostumbró a ver la misa por el canal, pero lo vimos ahora, hicimos dos misas, a la mañana estaba llena y por la tarde,  hubo gente en la vereda, eso se ve en poco lugares. Están en contacto permanente, lo vimos en las colectas de Cáritas, la gente está comprometida, eso se ve acá nomás y no tienen que perderlo.

-¿Le pueden solicitar que se traslades a otro lugar?

Sí, se verá en ese momento, por mi edad, ya quisiera quedarme acá. Después siempre estoy predispuesto para  ir a hacer alguna celebración a Sierra de la Ventana,  o ir un fin de semana a Indio Rico a animar allá. No sé si moverme del todo, porque tengo todo acá, pero siempre se puede hacer algo.